Compartimos la excelente entrevista que la periodista Gabriela Vulcano de BAE Negocios le realizó a la Dra. Mónica Roqué, titular de la Secretaría de DD.HH., Gerontología Comunitaria, Género y Políticas de Cuidado de PAMI
Le faltan tres años para empezar a transitar lo que oficialmente se denomina como vejez. Hace 27 que está avocada a las temáticas vinculadas a esa etapa de la vida, que tantos miran de reojo con temor o desdén. A cargo de la secretaría de Derechos Humanos, Gerontología Comunitaria, Género y Políticas de Cuidado del PAMI, la médica Mónica Roqué intenta romper mitos acerca de esa franja etaria con el objetivo de revertir la “discriminación” y el “maltrato” que pesa sobre quienes pasan a formar parte de la sexta década. “¿Por qué alguien va a querer reconocerse como vieja o viejo si sabe que la sociedad lo va a descartar?”, dice la funcionaria, que a comienzos de los 90 diseñó y coordinó el Programa Nacional de Cuidados Domiciliarios. Desde su experiencia como ex directora Nacional de Políticas para Adultos Mayores del ministerio de Desarrollo Social de la Nación y con una vasta carrera académica en el área de Gerontología, plantea que es necesario “romper con los microviejismos” y hacer un abordaje de las problemáticas de los adultos mayores desde una perspectiva de género.
—¿Cuál es la principal problemática que existe hoy con los adultos mayores?
—Garantizar los derechos humanos de las personas mayores implica un montón de cuestiones. En principio, la no discriminación por edad en ninguna órbita. Hoy, si tenés 60 años, una prepaga te discrimina, te cobra una cuota alta. Trabajamos para que se cambie la imagen negativa de la vejez. No son abuelos, en el caso de las mujeres menos. Son personas mayores empoderadas, participativas, activas.
—¿Qué porcentaje de las personas mayores son mujeres?
—El 50 por ciento de las personas de 60 años y más en nuestro país son mujeres. Y no son mujeres que están tiradas en la cama esperando que la vida las lleve o que venga la muerte. Son personas que están aportando día tras día a la economía del país con su trabajo voluntario. Con el tema de las tareas de cuidado las mujeres somos las que más estamos aportando a la economía del país. La mayoría de las personas que cuidan son mujeres.
—¿Qué se hace desde el Estado para revertir esa imagen negativa que hay de la vejez?
—La comunicación es fundamental. No se puede representar a una persona mayor con un bastón. Si te fijas cuántas personas de 60 años o más usan bastón, vas a ver que son muy pocas. Representar a la vejez o la persona mayor con un rodete, pelo blanco y un bastón es un imaginario negativo, que hay que corregir.
—¿Cómo lo corrigen puntualmente desde la Secretaría?
—Tenemos una Dirección de Comunicación que es excelente porque respeta el paradigma de los derechos humanos y cuestiona a los medios cuando sacan una imagen de vejez negativa. En estos días nos comunicamos con un medio que hizo una nota en la que hablaba muy bien del vademécum de los 170 medicamentos gratuitos, pero puso una foto con una señora con pelo blanco y rodete y a un señor con pelo blanco y un bastón. Esa no es la imagen de la vejez.
—En muchos casos la vejez aparece equiparada a la discapacidad física…
—Se asimila a la discapacidad y la representación de la vejez es un viejo muy muy viejo. Y eso no es la vejez. Esa imagen puede representar a mayores de 80 años y relativamente. La vejez, de acuerdo a la Convención Interamericana que protege los derechos humanos de las personas mayores, es aquella persona de 60 años y más, pero nadie quiere sentirse parte de ese colectivo porque hay un imaginario tan negativo que nadie quiere estar ahí. ¿Quién va a querer pertenecer a un grupo que se lo discrimina? Sin embargo, pertenecen. La lucha es mostrar que se pertenece a un grupo que es maravilloso porque la otra opción es morirse. Y, además, el capital social que se tiene a los 60, 70 u 80 años no lo tenés a los 20.
—¿La vejez es peor vista en las mujeres?
—Así es. Se suele decir que un varón mayor que tiene pancita es un tipo atractivo, en cambio, una mujer que tiene pancita es una gorda desagradable. Un varón de 60 años con el pelo largo es un canchero, una mujer con pelo largo a esa edad se la ve como zaparrastrosa. Hay un doble estándar entre varones y mujeres. Las mujeres sufrimos la discriminación desde el momento que nacemos hasta que morimos y vamos sumando a lo largo de la vida discriminaciones. Y el grupo más discriminado es el de las mujeres mayores. El varón mayor es discriminado por ser viejo, no por ser varón. La mujer es discriminada por se mujer y vieja.
—A eso se suma que las mujeres mayores aparecen como sinónimo de abuelas…
—Muchas ni siquiera tienen nietos y muchas no quieren cuidar a sus nietos. No es lo mismo el deseo de una mujer de 60, 65 años que vivió la minifalda y la píldora anticonceptiva y fue parte de un mundo donde rompió esquemas que una mujer de 80 años, atada al mandato social que decía que tenía que casarse, tener hijos y ser abuela. Si bien ese mandato social aún pesa, se rompe más con eso.
—Antes hablaba sobre la discriminación en relación a las prepagas, ¿en qué otros ámbitos de la vida las personas mayores son discriminadas?
—Para sacar un crédito o manejar. Si sacás el carnet de conducir y tenés más de 60 años te lo renuevan a los dos o tres años. La mayor etapa de accidentes se produce en etapas jóvenes. Ni que hablar en el plano del amor, el deseo y el sexo. Ves a dos personas mayores besándose en la calle y te choca. Y si son gay directamente corrés la cara. ¿Quién se imagina que las personas mayores pueden ser homosexuales y lesbianas?
—¿Cuál es la realidad del colectivo LGBT en la vejez?
—Estamos trabajando mucho para que ese sector sea visibilizado, estamos en contacto con organizaciones LGBT. El área de comunicación hizo un video que mostraba a todas las personas. Cis, heterosexuales, LGBT. Hay que mostrar todo por el simple hecho de que existe.
—¿Y qué sucede con las mujeres trans teniendo en cuenta que la expectativa de vida es baja?
—Según las proyecciones de INDEC, para 2020 la expectativa de vida para una mujer será de 81 años. La de las mujeres trans será de 35 años. La inequidad es terrible. Hay mujeres trans que llegan, pero en las peores condiciones. Tenemos algunas en PAMI. La historia de vida en una mujer trans, que seguramente estuvo en la prostitución y que antes no tenía acceso a los tratamientos hormonales médicos adecuados, hace que llegue en condiciones de vida bastante malas.
—¿Qué se hace desde el PAMI para modificar esa realidad?
—Es preciso visibilizar a ese colectivo y atender sus necesidades. Hace poco ingresamos, a través de PAMI, a la psicóloga y activista trans Marlene Wayar en una residencia de larga estadía de la Dirección Nacional de Políticas para Adultos Mayores.
—Otro de los temas asociado a la vejez es el maltrato que suelen sufrir las personas mayores…
—Está presente e invisibilizado. El maltrato en las mujeres mayores se tiene que abordar igual que se trata en el resto de las mujeres. Siempre tiene que haber una contención. Las mujeres mayores son mucho más maltratadas, abusadas sexualmente y matadas que los varones. Hay femicidios de mujeres mayores. Recién en 2014 la oficina de Violencia de Género de la Corte Suprema empezó a registrar por edad. Pero no se visibiliza. Incluso, en el Ni una Menos nunca vi una mujer vieja en el escenario. En el caso de las mujeres mayores son maltratadas o violentadas por sus parejas o sus hijos. En general, es por un hijo varón. Hay que pensar estrategias para ayudarlas y brindarles un apoyo afectivo y económico. Desde acá a veces las hemos llevado a residencias de larga estadía.
—¿Y a nivel social cómo se puede hacer para contribuir a terminar con el maltrato a las personas mayores en general?
—Hay que promover el buen trato. Así como está el micromachismo está el microviejismo. Muchas veces sin darse cuenta una persona hace cosas que no están bien, como por ejemplo decirle abuelo a una persona mayor. Hay que empezar a romper esos microviejismos. De ese modo van a ser sujetos protagonistas de una sociedad. La experiencia es un valor importantísimo. Lo digo yo, que estoy envejeciendo. Si siempre empezáramos de cero no iríamos a ningún lado. Hay que valorar más la sabiduría.
Esta nota fue publicada el 15 de marzo en BAE Negocios.