“En el campo de la Gerontología se presenta una oportunidad histórica, es `el´ momento para poner en el centro del escenario social, con todas la luces y sonidos, el paradigma de la vejez y el envejecimiento”
Por Mariana Rodríguez
Pasada la pandemia del COVID-19 el mundo será otro, dicen desde múltiples ámbitos y sectores. Y esa afirmación nos conduce hacia el futuro, pero también nos sitúa en este presente. Es indispensable que tomemos conciencia de que somos hacedores/as y testigos de un cambio que asumirá características en función de las acciones que realicemos individual, y en especial, colectivamente.
A través de decisiones, que son definidas frente a experiencias y situaciones sin precedentes, los gobiernos de América Latina van delineando y ejecutando diferentes mecanismos para atender a las demandas sanitarias y económicas más urgentes. La dicotomía planteada por algunos líderes y funcionarios políticos entre salud y economía, y concebida como falsa por otros, “frente a una pandemia que obliga a elegir entre la vida y muerte”, en palabras del presidente argentino, Alberto Fernández, ha generado posicionamientos y acciones concretas. En uno y otro caso, se destaca cierto protagonismo de las personas adultas mayores: en relación a la salud, porque el COVID-19 los constituye como el principal grupo vulnerable con mayor cantidad de víctimas fatales en el mundo entero; en cuanto a la economía, porque la pandemia recuerda que, frente a esta hora de muerte, sectores afines al neoliberalismo y referentes de organismos internacionales han acusado a las personas mayores de “vivir demasiado”.
En un artículo reciente, Daniel García Delgado de FLACSO (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Argentina) expresa que “un nuevo paradigma está en ciernes, tanto económico, político, geopolítico como cultural y avizorarlo, es también una forma de trabajar desde las ciencias sociales, tanto lo político como lo filosófico, para su avenencia”. En el campo de la Gerontología se presenta una oportunidad histórica, es “el” momento para poner en el centro del escenario social, con todas la luces y sonidos, el paradigma de la vejez y el envejecimiento. Y en esta enorme tarea reflexiva es fundamental asumirnos como sujetos envejecientes, es decir, aceptarnos como personas que envejecemos desde que nacemos hasta el fin de nuestras vidas.
Desde una perspectiva multidisciplinar e interseccional durante los últimos años, quienes integramos ALGEC hemos marcado la relevancia de la política pública en los temas de vejez. Frente al olvidable gobierno de Mauricio Macri que abonó a la precarización y a la constante pérdida de derechos de las personas mayores, trabajamos por el reconocimiento de la vejez como hecho político y colectivo. En este contexto, desde este presente, nuestro sentipensar gerontológico nos obliga a enfatizar en ambos aspectos.
El envejecimiento requiere conciencia del envejecimiento en cada etapa de la vida -en la niñez, la adolescencia, la adultez y la vejez-. Es necesario que el mundo que viene comprenda y sienta que la vejez es un derecho humano. Que todas las personas tenemos derecho a existir.
Un informe elaborado por CEPA (Centro de Economía Política Argentina) señala que, frente a la pandemia, “las políticas estatales son indiscutibles protagonistas como herramientas de combate a la crisis económica”. Y agrega que, junto a este virus global, pareciera haberse expandido también una receta para todo el mundo y es que los Estados ponen recursos para compensar los efectos de la crisis. El presente también manifiesta a través de las expresiones de miles de personas, el reconocimiento social de la importancia de la salud pública, de la capacitación permanente y formación de profesionales de la salud y la ciencia, de la tarea de cuidadores/as, de la redistribución y masculinización de las tareas de cuidados en los hogares, de las formas de educación, de la reflexión espiritual y existencial, entre otros temas.
Hemos escuchado cientos de veces que las crisis son oportunidades, este es un momento histórico para evolucionar como sociedad. Necesitamos que los Estados de la región pongan recursos para una transformación cultural basados en la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores, que asuman el compromiso, acompañen y potencien el paradigma que posiciona a las personas mayores como sujetos de derecho. Planteamos que se corra de una vez y para siempre, de manera explícita y concreta y no como meros acuerdos sectoriales, la concepción de las personas mayores como “personas con necesidades de ser asistidas” a “sujetos con derechos a demandar determinadas prestaciones y conductas”, en acuerdo pleno con la definición de Víctor Abramovich. Apelamos a la construcción de un modelo basado en el respeto y el reconocimiento y no a la compasión. Cuestionamos los estereotipos que enfatizan la imagen negativa, homogénea e injusta sobre el rol de las personas mayores y la vejez en el mundo. Pedimos discursos que no acudan al lenguaje paternalista porque apelan a la mera lástima.
Desde ALGEC, entonces, les proponemos construir una sociedad del cuidado colectivo y permanente en cada etapa de la vida, a consolidar el paradigma de la vejez y el envejecimiento asumiéndonos como sujetos envejecientes y comprendiendo que la vejez no es un problema individual que le sucede a las personas cuando llegan a viejas, es un asunto colectivo y político, es un derecho humano que respeta y celebra nuestra existencia.
Foto: Estela Arroyo, 79 años – Argentina.