Una reflexión sobre las mujeres mayores en Chile.
Por PAULA FORTTES VALDIVIA
Aunque ha pasado un tiempo desde la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, la mayor conciencia que existe sobre sus derechos y la presencia que el tema ha ganado en el debate público, permite reflexionar sobre los múltiples desafíos que como país aún tenemos en esta materia.
Entre los cientos de memes, debates y opiniones que surgieron en esa fecha, hubo una imagen que fue mi favorita: una señora de edad de espaldas, bajando de una escalera después de pintar el grafitti “Sin lucha no hay victoria”. Más allá de las necesarias reivindicaciones de género, por las que necesitamos seguir trabajando, esa imagen conjugó dos factores esenciales: la vejez y las mujeres. Porque además de la conmemoración internacional, justo ese día, el 8 de marzo, nuestro Senado en Chile ratificó la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores. El acuerdo, al que Chile suscribió en la OEA el 2015, tuvo una larga tramitación en el Congreso, una pequeña batalla que terminó con una buena noticia no solo para los adultos mayores de nuestro país, sino para todos los chilenos y en especial, para las chilenas.
En Chile, según los datos de la encuesta CASEN, las mujeres representan el 53% de la población actual. Esta cifra aumenta conforme se incrementa la edad: después de los 60 años, por cada 100 hombres hay 125 mujeres y después de los 75 años, por cada 100 hombres hay 158 mujeres. Si pensamos que en envejecimiento avanza aceleradamente en el país, la cifra aumenta considerablemente para el Chile del futuro.
Por eso contar con un acuerdo internacional para proteger a los Derechos Humanos de las personas mayores resulta una buena noticia, que significa un avance en la concientización que como Estado debemos tener con las personas mayores. De la Convención derivan una serie de obligaciones tendientes a adoptar medidas regulatorias que prohíben la discriminación, incentivan la participación y resguardan los derechos de los adultos mayores, entre otros. Pero por sobre todo, este acuerdo –firmado por varios países de la Región- constituye un llamado a reconocer la dignidad de las personas mayores. Ellos tienen derecho a elegir, a tomar decisiones sobre cómo quieren vivir los últimos años que cada vez son más. En Chile la esperanza de vida supera los 80 años, y a los 60 o 70 años, una persona puede estar en perfectas condiciones.
Tenemos grandes desafíos para este segmento de la población: la situación previsional, el acceso a la salud, la vivienda, el cuidado. Pero desde este 8 de marzo, tenemos también un avance que reivindica a los adultos mayores, que contribuirá a mirarlos con más atención y aprecio, en especial a las mujeres que lideran.