El 7 de abril se erige como una fecha crucial en el calendario global: el Día Mundial de la Salud. Esta efeméride tiene como objetivo primordial reflexionar sobre las políticas sanitarias existentes para avanzar hacia la garantía del derecho a una vida saludable.
La concepción de la salud que impulsa la Organización Mundial de la Salud (OMS) trasciende la mera ausencia de enfermedad. Tal como lo subraya el organismo rector, la salud implica un estado completo de bienestar físico, mental y social. Este estado óptimo se sustenta en el acceso equitativo a servicios de salud adecuados, un sólido apoyo emocional y la implementación de mecanismos efectivos de prevención de enfermedades a lo largo de todo el ciclo vital.
En el marco de esta conmemoración, vale reflexionar particularmente sobre la salud integral de las personas mayores. Este segmento poblacional, en constante crecimiento, demanda una atención y cuidados específicos que garanticen un envejecimiento activo, saludable y, sobre todo, digno, reconociendo sus particulares necesidades y contribuciones a la sociedad.
Asimismo, vale reconocer la urgencia de implementar políticas y programas que respondan de manera efectiva a las necesidades distintivas de las personas mayores. Esto abarca el fortalecimiento de los sistemas de atención primaria para ofrecer controles integrales y personalizados, la promoción de estilos de vida saludables desde etapas tempranas, la garantía de acceso a cuidados a largo plazo que respeten su autonomía y dignidad, y el fomento de entornos sociales inclusivos.
Un envejecimiento saludable no solo reduce la presión sobre los sistemas de salud, sino que también potencia la participación activa de las personas mayores, portadoras de valiosa experiencia y sabiduría, enriqueciendo el tejido social en su conjunto.
Por una vida saludable para todas las generaciones.