México: “El maltrato y el abuso contra las personas mayores son fenómenos que, durante el último año, se han recrudecido y se incrementan en función de desigualdades acumuladas a lo largo de la vida”


15 de junio, Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y el Maltrato en la Vejez

Por Marissa Vivaldo-Martínez.

El Seminario Universitario Interdisciplinario sobre Envejecimiento y Vejez* (SUIEV) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Fundación Iberoamericana Derechos Mayores, por tercer año consecutivo unen esfuerzos para visibilizar la situación de las personas que sufren algún tipo de abuso o maltrato durante la vejez a través de la campaña “Por un buen trato en la vejez”.

El maltrato y el abuso en contra de las personas mayores es un problema de salud pública que les aqueja de forma silenciosa y que, al igual que otras formas de violencia, puede afectar a cualquier persona. Sin embargo, existen una serie de categorías que colocan a las personas que envejecen en mayor riesgo de ser maltratadas o víctimas de algún tipo de abuso. Es decir, ser mujer, persona indígena, afromexicana, vivir en pobreza, ser migrante, desplazada, padecer alguna enfermedad, tener alguna discapacidad, condición mental como la demencia, preferencia sexual distinta a la heterosexual, entre muchas otras, ocasiona que se acumulen vulnerabilidades y se profundicen las desigualdades.

El abuso y el maltrato, a lo largo de la vida, dejan huellas imborrables en las personas, impactan en las emociones, en los cuerpos, en la manera en la que se enfrentan los problemas y afectan el desarrollo integral de los individuos. Este problema tiene una característica que debemos resaltar: está altamente normalizado. Muchas personas que viven cotidianamente el abuso y el maltrato, en ocasiones son incapaces de percibirlo, pues se considera natural, sobre todo, cuando éstos han estado presentes a lo largo de la vida o son ocasionados por personas a quienes les une un lazo de afecto, familiar o de confianza. 

Existen cifras sobre el abuso, el maltrato y la violencia contra las personas mayores. La Organización de las Naciones Unidas señala que una de cada seis personas mayores de 60 años en el mundo lo sufre. En México, la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) en el 2016, señaló que el 17.3% de las personas mayores vivían alguna situación de maltrato, siendo el más reportado el maltrato psicológico, seguido del abuso financiero. Sin embargo, quienes estudian el maltrato coinciden en que existe un importante subregistro pues muchas personas no denuncian ya que a veces el maltrato es causado, como se ha señalado, por personas cercanas o con quienes se tienen lazos afectivos como parejas, hijos, hermanos o nietos o, por personas que tienen una relación desequilibrada de poder como es el personal que labora en instituciones de cuidado de largo plazo y que puede tomar decisiones sobre la vida de las personas mayores en situación de vulnerabilidad.

La toma de conciencia sobre el abuso y el maltrato nunca había sido tan importante como es ahora, pues la pandemia ocasionada por COVID-19, evidenció e incrementó la vulnerabilidad de las personas mayores a sufrir maltrato y abuso, tanto al interior de los hogares, como a nivel comunitario e incluso a nivel social.

La estigmatización de la que han sido víctimas las personas envejecidas durante la pandemia ha profundizado la idea de que son frágiles, dependientes, incapaces y en algunos sectores, incluso se ha puesto en duda el valor de su vida y su relevancia para el desarrollo de la sociedad. Estas ideas atentan directamente contra lo establecido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores. 

Los principios de dignidad, autonomía, independencia, participación, la autorrealización, cuidado y bienestar, seguridad, equidad e igualdad de género, buen trato, respeto a la diversidad cultural e igualdad y discriminación han sido violentados durante la pandemia. A partir de un discurso de protección a la salud para evitar contagios, durante el último año se ha excluido a las personas mayores de espacios de participación, se les ha homogenizado promoviendo la idea de que todas están en las mismas condiciones, tienen las mismas necesidades y problemáticas. Con ello, han surgido nuevas formas de maltrato y abuso que están siendo peligrosamente normalizadas: “Yo no le doy permiso a mis papás de salir” (como si con la pandemia se hubiese perdido la capacidad de toma de decisiones y control sobre la propia vida), “Ahora yo soy como su mamá y yo decido” (como si las personas mayores requiriesen ser tutelados por los otros más jóvenes), “No visites a tus abuelos” (sin considerar que las personas tienen necesidades psicoafectivas que inciden directamente con su estado de salud y su percepción del bienestar), “Prohibida la entrada a personas mayores de 60 años” (suponiendo que todas las personas cuentan con una red de apoyo social que puede realizar sus compras, pagos y servicios fuera del hogar o suponiendo que alguien puede ser excluido en razón de alguna característica física), “Las personas mayores deberán venir acompañadas de un adulto” (perpetuando este estigma de que requieren tutela), “Se privilegiarán las vidas por completar” (asumiendo que los futuros son más valiosos dependiendo de la edad) , “La pandemia es un boomer remover” (considerando como algo aceptable y natural que una enfermedad infectocontagiosa mate a un grupo etario), “Al fin que las personas mayores ya no tienen a qué salir” (entendiendo a las personas mayores como seres improductivos).

Todos estos discursos, que afectan la dignidad y la autonomía, además violentan sus derechos y dañan la autoestima, el autoconcepto y la calidad de vida de las personas que envejecen. Constituyen nuevas formas de maltrato institucionalizadas, normalizadas y ampliamente difundidas que contribuyen al deterioro de la imagen social de la vejez y del envejecimiento.

Según un estudio de 2017 (ONU, 2021), basado en la mejor evidencia disponible de 52 investigaciones realizadas en 28 países de diversas regiones, incluidos 12 países de ingresos bajos y medianos, durante el último año el 15,7% de las personas de 60 años o más fueron objeto de alguna forma de maltrato. Sin embargo, de acuerdo con la organización HelpAge en su informe “Trato desigual. Lo que dicen las personas mayores sobre sus derechos humanos en la pandemia de COVID-19”, que presenta información sobre lo que ha ocurrido en diferentes países, durante este periodo las restricciones de movilidad les han limitado o incluso han hecho inaccesible el acceso a servicios de salud y a programas gubernamentales de apoyo, han padecido el aumento de precios en medicamentos, algunos incluso, han enfrentados problemas para resolver necesidades básicas como la alimentación.

Por otro lado, existen datos en diversas partes del mundo sobre la precaria situación que se vive en instituciones de cuidado de largo plazo, de la enorme cantidad de contagios y fallecimientos, del cierre de muchos de estos espacios por falta de recursos, de la situación de incomunicación que viven las personas mayores que habitan ahí, así como de negligencia en su atención ante la carencia de personal, agotamiento de éste y falta de recursos. También es una forma de maltrato olvidar que existen estos espacios.

La Agencia de la Organización de las Naciones Unidas para los Refugiados y HelpAge también han señalado, en su informe “Un reclamo de dignidad: vejez en la movilidad humana”  en el que encuestaron personas mayores en situación de movilidad de centro y Sudamérica, que durante la pandemia, resulta indispensable visibilizar las condiciones de las personas mayores que se encuentran en movilidad, pues han perdido posibilidades de obtener un ingreso, más del 60% de las personas tienen niños, niñas y adolescentes bajo su cuidado, un cuarto de las personas consultadas no están comiendo 3 veces al día, menos de la mitad cuenta con ayuda humanitaria y más de una tercera parte reportó abusos en los países en los que residen. Destaca que los perpetradores del abuso, además de familiares, amigos y vecinos, incluyen fuerzas de seguridad del gobierno y otras personas como pandillas, personas de la calle o dueños de los espacios de alquiler donde habitan. 

Los datos del Instituto para el Envejecimiento Digno de la Ciudad de México (2021) señalan que en 2020 se atendieron 863 casos denunciados por vecinos, familiares o de forma anónima. Entre estos casos 32% fueron por violencia psicoemocional, 31% por violencia patrimonial y económica, 27% por omisión de cuidados y 9% estuvo relacionado con agresiones físicas. Estos datos son tan sólo un reflejo de lo que ocurre dentro de los hogares en la capital de México. Pero no ha sido estudiado, aquello que se construye y normaliza socialmente. 

De acuerdo con información del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (2021), en el 2020 se registraron 969 feminicidios en nuestro país y, aunque se conoce que existen casos de mujeres mayores de sesenta años víctimas de este delito, es difícil encontrar datos que nos permitan conocer cuántas con exactitud. Frida Guerrera, periodista dedicada a la investigación del feminicidio, señala que, hasta agosto de 2020, había al menos 40 feminicidios registrados en este grupo de edad y que en su mayoría son invisibles y muy probablemente quedarán en la impunidad.

 

El maltrato y el abuso contra las personas mayores son fenómenos que, durante el último año, se han recrudecido y se incrementan en función de desigualdades acumuladas a lo largo de la vida.

Por ello, el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y el Maltrato en la Vejez 2021, debe ser una oportunidad para repensar aquello que sentimos, pensamos y, sobre todo, la forma en la que, como sociedad, estamos actuando. Reflexionemos como personas, como familias, como comunidad, como gobiernos, como empresarios, como comunicadores, como tomadores de decisiones y como sociedad en general sobre esas nuevas formas de maltrato contra las personas mayores en las que hemos participado consciente o inconscientemente durante estos más de 450 días de pandemia. 

 

Nuestro agradecimiento a la Dra. Verónica Montes de Oca, representante de ALGEC en México y coordinadora del SUIEV.

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